Después de la avalancha de juguetes de estas navidades nos toca a nosotros observar como juegan con esos juguetes, y lo que les aporta cada uno. Pues a veces pasa que cuando lo sacan de la caja se olvidan, por eso hacía hincapié en mis otras entradas de la importancia de conocer los gustos de cada niño, su edad y por supuesto sus habilidades, para hacer siempre regalos que potencien éstas últimas.
Lo que suele ocurrir cuando los niños reciben tantos regalos juntos es que no hagan caso a ninguno, es como si estuvieran saturados de cacharros, y es que nos olvidamos que el mejor regalo para ellos es nuestro tiempo. Va a depender mucho de la edad claro, pero según mi experiencia con los mellizos (casi tres añitos) sólo han hecho caso a los juguetes cuando su padre o yo nos hemos sentado a jugar con ellos y sus juguetes nuevos. Por lo menos el primer contacto, abres la caja con ellos, y poco más, pues el primer día jugaron largo rato a meter y sacar las cosas de la caja. luego poco a pocos hemos conseguido que ellos jueguen solos y juntos en muchas ocasiones, un gran logro.
Lo que suele pasar según algunos expertos en la materia es que ante la gran cantidad de juguetes los niños pierdan su capacidad de atención, cogen un juguete, juegan un rato con él y a otro que para eso hay 10 más en la estantería. Además opinan que el juego no se debe fundamentar en los objetos con los que juega el niño, sino que el juego debe ser por sí mismo un reclamo que no necesite de juguetes, así agudizarán el ingenio.
Con tantos juguetes en los que les dicen como deben jugar, los niños dejan de investigar, hay muchos juguetes que condicionan en lugar de despertar el gusto por investigar. Incluso muchas veces somos los adultos los que les «obligamos» a que jueguen como lo dice en la caja.
No es que diga que no deben tener juguetes, sólo digo que hagamos una reflexión sobre la cantidad de juguetes que les compramos a nuestros hijos, y la calidad, y cuando digo calidad me refiero a que pensemos en qué beneficios tiene ese juguete en cuestión para él, si le ayuda a desarrollas sus aptitudes, si le ayuda a desarrollar su imaginación o su creatividad, su destreza, sus habilidades sociales, etc. No compremos juguetes por comprar algo porque al final lo que conseguimos es que no valoren las cosas que tienen. Digo también que el exceso de juguetes puede llevar a que el niño sea más introvertido, menos social en cuanto a que sale menos de casa, se suelen aburrir con facilidad y son menos perseverantes, si algo les aburre o no les sale como ellos quieren lo sueltan y cogen otro, esto hace que pasen menos tiempo inspeccionándolo.
Cuando yo era pequeña teníamos los juguetes justos, pero yo recuerdo tirarme horas con mis amigas jugando a las casitas en un coche viejo que tenía mi padre en el corral. Ya desde pequeñas nos relacionábamos más con otros niños, cada una se llevaba sus juguetes y los compartíamos, eramos menos egoístas porque aquello era lo que había, y es mejor sumar que restar, y estos conceptos también se aprenden jugando.
En fin, nosotros este año optamos por comprar a nuestros hijos juguetes sencillos, que potenciarán el juego simbólico, que los ayudara a imaginar y además baratos y os puedo decir que acertamos casi con todo. Les encantó el caballito de palo, fíjate tú la chorrada, una cabeza de caballo unida a un palo con rueda. Antes jugaban con las escobas así que cuando vieron los dos caballitos se entusiasmaron. También ha tenido mucho éxito el mosaico animalitos, un juego al que también jugaba yo, y es genial para desarrollar la motricidad fina, trae fichas para dar una idea al niño pero mis hijos van por libre. La tienda india nos da mucho juego a toda la familia, en ella se esconden, guardan sus peluches, se meten para hacer fuego «simbólico»… unas pizarras magnéticas que se llevan a la guarde para tomar nota ;0), una pizarra en la que se pinta con agua, esta es estupenda porque no deja ni rastro de manchas…
Así que espero que haya quedado claro lo que quiero decir, que juguetes y creatividad no siempre van juntos ni siempre separados, como en todo «la virtud está en el término medio».
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